“La soledad es una
Facundo Manes
alarma que nos recuerda
que somos seres sociales”
La comunidad runner mendocina se vio conmovida cuando en el término de cuatro meses, entre octubre de 2021 y enero de este año, dos de sus integrantes se suicidaron.
A partir de algo tan doloroso, en Mendoza Corre nos preguntamos hasta qué punto esas decisiones tan dramáticas respondían a hechos aislados o son el emergente de un fenómeno más amplio que la sociedad no puede, no sabe o no quiere ver y abordar.
Ojos y oídos tapados
Da la impresión de que la depresión no la avizoramos como una enfermedad: por ejemplo, si nos enteramos que un amigo o conocido padece una enfermedad grave como cáncer, seguro nos pondremos a su disposición y lo acompañaremos. Sin embargo, muy probablemente no haremos lo mismo si esa persona sufre depresión, ya sea porque «le escapamos» o porque no nos damos cuenta de su padecimiento o porque el enfermo, por vergüenza o su misma patología, no nos lo dice.
Pareciera que la sociedad no registra a la depresión como una enfermedad grave. E incluso también da la impresión que el Estado no la tiene como una prioridad en sus políticas de salud.
Drama
La licenciada en psicología Sabina Rodríguez (matrícula nacional n° 55.502) nos brindó datos verdaderamente alarmantes: en Argentina, uno de cada tres argentinos mayor a 18 años padece ansiedad y ya en 2018 estudios marcaban que para 2020 la depresión iba a ser uno de los males más frecuentes, mal que se potenció con la pandemia. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hoy hay 300 millones de personas con depresión y vaticina que para 2050 será el principal problema de salud. En el mundo cada 40 segundos se suicida una persona (y muchas más lo intentan) y el suicidio es la segunda causa de muerte en personas de entre 15 y 29 años.
La depresión en el deporte y cómo abordarla
Nuestro interrogante respecto a la depresión también llegó al mundo del deporte porque, muchas veces, los runners nos creemos libres de padecer una patología como la depresión y no la podemos ver en un amigo o, incluso, en nosotros mismos.
Rodríguez, especializada en psicología del deporte, nos contó que los deportistas no escapan a esta enfermedad que no solamente se registra en el deporte de élite, donde las presiones son mayores, sino también en los atletas aficionados o amateurs porque a veces sus expectativas y objetivos no se cumplen o porque ellos no escapan al contexto de crisis que vivimos por estos días.
Entrevista
A continuación, una entrevista sin desperdicio con Sabina, quien además de psicóloga es trail runner, ultramaratonista y montañista.
Te aconsejamos que te hagas un tiempo para leerla detenidamente. No solamente vas a entender mejor la depresión sino que, principalmente, vas a saber detectarla en un amigo o conocido y, por consiguiente, sabrás cómo ayudarlo. También tomarás conciencia si vos la padecés y, por consiguiente, cómo tratarla.
– Hoy en día las enfermedades mentales, la depresión especialmente, están en aumento. La impresión que tengo es que tanto la sociedad como el Estado no abordan esta problemática como deberían. Si alguna persona declara que tiene una patología grave, como cáncer por ejemplo, hay una empatía inmediata y se lo apoya, pero no existe la misma respuesta si padece depresión, enfermedad grave también. Es como que se le escapa ¿A qué se debe este comportamiento? ¿No se toma conciencia de las consecuencias negativas de las enfermedades mentales? ¿O es un fenómeno relativamente nuevo que no sabemos abordar?
-La depresión ciertamente es una enfermedad mental que también es conocida en el ámbito de la salud como una enfermedad silenciosa, pues no es tan llamativa como otras psicopatologías, pero sí se encuentra en las personas en general y en los deportistas en particular, cada vez con mayor prevalencia. No es un fenómeno relativamente nuevo, pues siempre estuvo presente, pero luego de la pandemia aún mucho más. Y también es real que, al tratarse de un problema que envuelve la salud mental, el Estado y la sociedad, muchas veces hacen oídos sordos a este problema que es considerado de salud pública, sólo por el hecho de ser silenciosa y, casi siempre, ocultada en la población que la sufre, considerando que lo que les sucede a las personas es algo del orden más bien volitivo, de la voluntad, del querer, del elegir hacer y no un padecer psíquico.
A nivel estadístico, y los números no son lo que más me gustan, pero en este caso reflejan la gravedad de esta problemática, el primer Estudio Argentino de Epidemiología en Salud Mental de 2018 llegó a explicitar que uno de cada tres argentinos mayores de 18 años sufre de ansiedad. Y se concluyó que, para el año 2020, la depresión iba a ser uno de los males más frecuentes. Ahora, si atendemos a la pandemia por COVID-19 atravesada, la soledad, el aislamiento social, fueron sin dudas, desencadenantes de mayores trastornos como el estrés, la ansiedad y por supuesto depresión en la población. Esta situación ha exacerbado los síntomas, afectando a la salud mental de la población, pues se encargó de amplificar los factores de riesgo asociados a la depresión y al suicidio, como la pérdida de empleo o el deterioro económico familiar, los traumas y abusos, los trastornos mentales y las barreras de acceso a la atención de salud, información tomada de la OPS (Organización Panamericana de la Salud)/OMS de Argentina.
Asimismo, la OMS pone de manifiesto que la depresión será el mayor problema de salud en la población. Se llama la atención sobre ella y se alerta de que será, para el año 2050, el principal problema de salud, afectando actualmente a más de 300 millones de personas a nivel mundial (OMS, 2018).
Si nos introducimos de lleno al ámbito deportivo, allí la depresión tampoco es algo novedoso. Pues si a lo mencionado le sumamos, en el corredor, por ejemplo, la imposibilidad que tuvimos para salir a realizar nuestro deporte, juntarnos con nuestro grupo de entrenamiento, ver a nuestra familia por largo tiempo, ello agrava las cuestiones mencionadas.
Asimismo, el deportista trabaja mucho para llegar a cumplir su sueño, su objetivo. El caso de los olímpicos es el más revelador, pues se esfuerzan por cuatro años para cumplir con su desafío, se entrenan físicamente llegando a sus límites, se exigen y presionan a más no poder y cuando consiguen llegar a su meta, no se contentan con eso, pues deben brindar su mejor versión. E incluso si ganan el oro, luego de ello, no queda más nada. Más allá de su equipo de físicos y técnicos, que buscan un cuerpo sano (como si la mente no fuera parte del cuerpo), no existe, por lo general, acompañamiento para su salud mental, están solos con su mente. Y no pueden demostrar vulnerabilidad ante los demás, tienen que mostrarse fuertes en su proceso y cuando finaliza el mismo, la sensación es “no hay nada más” y se abre la incertidumbre ¿y ahora qué? Y como no hubo preparación o acompañamiento mental ni en el proceso ni en el post olímpico, surge el vacío, la soledad, la depresión. Porque realmente, luego de tanta presión y exigencia, aún cumplido el objetivo deseado, ahora no hay nada, se encuentran perdidos. La rígida rutina que los acompañaba en su vida diaria desaparece, no hay más propósito, entonces se pueden desvelar, tomar, salir y el descontrol surge como el protagonista de la escena. La motivación desaparece y no poseen nada que se iguale a lo que han vivido. Es por ello que es tan importante que el acompañamiento en salud mental esté presente, pero no sólo en los casos de los deportistas de élite, sino también en los aficionados, pues la presión y la soledad existe y es individual para cada persona. En este sentido, un corredor acompañado mentalmente, tendrá herramientas para identificar que la situación no es por sí misma de presión, sino que la presión y exigencia se la pone uno mismo. Como así también, en los momentos difíciles de su deporte y su vida, no estará sólo, sino que podrá ir construyendo herramientas para atravesar sus entrenamientos y competencias, fijarse objetivos nuevos y motivantes acordes a sus deseos e ir transitando su vida, en la medida en que sigue practicando su deporte, encontrando un balance en la misma dinámica.
Es por ello que también es importante entender que los atletas no son máquinas, sino que son humanos, no todo es competir, no todo es ganar, no todo es lucha. Y en construir un contexto de apoyo hacia ese ser con emociones, sentimientos y pensamiento es hacia donde nos tenemos que dirigir. La fortaleza mental también se trata de que el deportista se muestre vulnerable y busque ayuda para poder hacer con eso que le sucede.
-¿Cuándo una persona puede darse cuenta que está padeciendo depresión? ¿Qué debe hacer y a quién puede acudir?
-Lo primero a tener en cuenta será aprender a diferenciar entre tristeza, decaimiento y depresión. Y es que las personas muchas veces pueden sentirse tristes o decaídas, pero ello suele desaparecer con el tiempo. En cambio, cuando hablamos de depresión se trata de un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por la persistencia en los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración que posee la persona y que ya interfieren con su vida diaria. Este trastorno puede causar síntomas más graves en la persona, que van a afectar el cómo se siente, piensa y coordina sus actividades diarias. Entre esas actividades se van a destacar el dormir, comer, trabajar y/o realizar su deporte. Es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, la raza, los ingresos, la cultura o el nivel educativo.
Entre los signos y síntomas más frecuentes de la depresión nos vamos a encontrar con los sentimientos duraderos e intensos de tristeza, ansiedad o vacío, desesperanza o pesimismo; irritabilidad, frustración o intranquilidad; culpabilidad, inutilidad o impotencia; pérdida de interés o placer en las actividades que antes realizaba y en los hobbies; fatiga y disminución de energía, lentitud; dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones, como también para dormir y despertarse temprano; modificaciones en el comer y en el peso sin planificación; dolores y molestias frecuentes sin una causa física aparente, o que no se alivian ni con tratamiento y los intentos de suicidio o ideación suicida como acerca de la muerte.
Lo más importante para diagnosticar una depresión es la persistencia de los síntomas, no de uno sólo, sino, siguiendo al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, “cinco síntomas de la enfermedad todos los días, casi todo el día, por lo menos durante dos semanas”.
Si evalúa lo que le sucede como una depresión, lo más importante va a ser pedir ayuda. Si posee una red familiar o social, primero acudir a ellos para que lo puedan acompañar a solicitar la contención de un profesional, que no necesariamente debe ser un psicólogo o psiquiatra, sino que un médico clínico puede diagnosticar una depresión y, desde allí, derivar en caso de ser necesario a un profesional de salud mental.
-¿Cuándo una depresión puede derivar en un hecho extremo como el suicidio?
-Siguiendo a la OMS el suicidio y las autolesiones son frecuentes en personas que sufren depresión.
En números, se estima que cada 40 segundos se suicida una persona en alguna parte del mundo, y muchos más intentan suicidarse, como lo planteó la OMS en el 2014, constituyendo al suicidio como la segunda causa de muerte en personas de entre 15 y 29 años.
Por lo general, si los episodios depresivos no son tratados se vuelven más recurrentes y persistentes o crónicos, sumado a que no haya un abordaje precoz de la enfermedad, con frecuencia se va a complicar, pudiendo desencadenar en suicidio.
Hoy en día, acorde a la información que nos acercan los representantes de la nación argentina, la representación más extendida sobre el suicidio está asociada a la imagen de un acto individual con un propósito claro. Sin embargo, cada vez más se reconoce que este evento de la vida humana debe ser considerado en toda su complejidad, teniendo un alcance colectivo como problema sanitario y social. Es decir que ya no pertenece al ámbito privado e íntimo de la persona, sino que nos envuelve a todos como sociedad.
Ahora, si volvemos al ámbito deportivo, no alcanzan los dedos de las manos para contar acerca de historias de deportistas en general, y corredores en particular, donde la presión y el estilo de vida llegaron a ejercer en ellos una influencia tan negativa y que, sin la contención adecuada, han llegado al suicidio. Deportistas que en medio de su carrera deportiva tienen problemas con el abuso de sustancias psico tóxicas o quedan detenidos, que poseen dificultades en su vida personal, no rinden como deberían rendir acorde a lo que fueron contratados o ellos esperan rendir y todos, sin el acompañamiento necesario, terminan en el mismo desenlace: depresión y, en algunos casos, suicidio.
Es por ello que, en conjunto con humanizar a estos atletas, debemos empezar a escucharlos y abrir la posibilidad a alojarlos en su sufrimiento.
No sabemos realmente si esos suicidios se hubiesen podido evitar, pero sí, con el diario del lunes, podemos llegar a pensar en detectar y prevenir estos sucesos. Y ello, no sólo desde un acompañamiento en salud mental, pues todos podemos colaborar en su prevención.
-¿Una persona con conductas suicidas puede recuperarse?
-Detrás de los intentos de suicidio, además de existir una enfermedad mental de base, existe una persona. Si hablamos de enfermedad mental habría que acudir al profesional de salud mental adecuado para que la diagnostique y le brinde el tratamiento acorde a ella. Entonces, si que esa persona encontrará el deseo por su vida, construirá objetivos y se motivará a cumplirlos, aferrándose a la vida.
Siguiendo lo planteado, por lo general, el tratamiento de la depresión incluye medicamentos, psicoterapia o una conjugación entre ambos. En casos más leves de depresión, se puede iniciar con psicoterapia y se complementa con un tratamiento medicamentoso si la persona continúa con los síntomas. En el caso de una depresión moderada o grave, se recomienda la combinación de tratamiento medicamentoso en conjunto con psicoterapia cognitivo- conductual.
-Hay estudios que dicen que la práctica deportiva sostenida ayuda a combatir la depresión porque se genera endorfina, «la hormona de la felicidad». Muchos deportistas amateurs incluso dicen que eso les es suficiente para sentirse mejor de ánimo ¿Hasta dónde eso es cierto y efectivo? ¿O una patología depresiva necesita necesariamente abordaje profesional (psicológico y psiquiátrico) y el deporte pasa a ser un complemento a ese tratamiento médico?
-Sin lugar a dudas, la práctica deportiva genera endorfina en nosotros y nos hace sentir más felices. Sin embargo, en los casos en los que realmente exista une prevalencia de la depresión como trastorno, se requiere la asistencia de un profesional de la salud mental. Asimismo, es bueno destacar que dentro de la psicoterapia cognitivo conductual se lleva a cabo la activación conductual, que incluye la realización de actividad física bajo una premisa esencial: “las ganas vendrán después, ahora sólo hazlo”. Una frase que muchas veces repito con los deportistas con los que trabajo, cuando les aparece la desmotivación en relación a su entrenamiento: “sin pensar, ponte las zapatillas y sale a correr”. Las mismas endorfinas que genera poner el cuerpo en movimiento, luego de empezar el entrenamiento, se encargan solas de que este se concluya, casi siempre con las mejores sensaciones, haciéndote recordar lo que amas tu actividad deportiva.
-Si tengo un amigo o conocido y me doy cuenta que cursa por una depresión, ¿cómo hago para ayudarlo?
-Como señales para detectar una depresión en los otros, hasta incluso llegar a prevenir intentos de suicidios, nos podemos encontrar con cambios en su conducta relacionados al desinterés por cosas que antes amaba realizar, irritabilidad, tristeza, sentimientos de frustración, olvidos.
Puntualmente en el deporte, en el grupo de entrenamiento nos encontraríamos con llegadas tarde, desatenciones, desintereses y disminuciones en el rendimiento. Darle aviso al entrenador y poder brindarle un espacio a la palabra con este compañero será ideal. Sin dejarnos llevar en primera instancia por el prejuicio de “la falta de interés” o el “no tiene ganas”, poder darle un lugar al otro desde nuestro interés, preguntándole de manera empática “porqué esos cambios en sus conductas”, puede ayudar a alojar a nuestro compañero en su sufrimiento.
Desde el lugar del entrenador, quizá brindar espacios en los grupos de entrenamientos a momentos de ocio y compartir charlas, donde haya oportunidad para la escucha y reconocimiento del otro, también pueden oficiar como elementos de contención. Como así también reconocer en los deportistas a un deportista integral con una familia y una red social a conocer y a quien darle aviso de estos cambios de conducta.
Entonces, qué podríamos hacer concretamente: en primer lugar, escuchar al otro, ofrecerle apoyo, comprensión y ánimo, teniéndole paciencia. Colaborar con que siga realizando alguna actividad física, contactarlo con algún profesional de la salud mental, ayudarlo a seguir con el plan de tratamiento, asegurarse que posea los medios para acudir a su tratamiento y recordarle que la depresión desaparecerá con el correr del tiempo y el tratamiento.
Es importante que, si consideramos que alguien puede llegar a hacerse daño a sí mismo o intentar suicidarse, incluso nosotros mismos, llamemos al Centro de asistencia al suicida (011) 5275-1135.
Cuidarnos depende de todos.
Si necesitás apoyo psicológico podés consultar a la licenciada Sabina Rodríguez mandándole un mensaje por privado de su Instagram (click acá para acceder)
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Excelente artículo, debería ser divulgado más, por todos los medios.
Esta es la nueva epidemia mundial.
Un verdadero fantasma oculto, por ser invisible y estigmatizado.
Los felicito por la gran labor, sobre todo a la licenciada por su explicación certera sobre el mal que aqueja al mundo.
La depresión es una condición grave y silenciosa. La manifestación en lo deportivo, y en particular, en el Running es solo un emergente. No es una causa, ni un ambiente donde se desarrolle. Aún así, como compañeros debemos estar atentos los reales síntomas, y aconsejar que se concurra a terapia y acompañarlos.