Los que disfrutamos el paisaje urbano citadino al trote recibimos un disparo al corazón cuando nos topamos, en Avenida San Martín y calle San Lorenzo, con el local de la tradicional confitería Dunken completamente vacío.
El clásico de la gastronomía vernácula tuvo que bajar las persianas al no poder soportar el impacto recesivo que provocó la pandemia del coronavirus, como así también las recurrentes crisis económicas de la economía argentina.
El maldito COVID-19 pudo hasta con la querida Dunken que, con su local sobrio pero bien ambientado, formaba parte del panorama tradicional citadino y que hoy, al estar vacío, es el símbolo de una Ciudad desolada por una crisis que nadie se la imaginó tres meses atrás.
Mendoza Corre pudo dialogar con su propietario, Juan Arístides Funes Sachocos, un hombre de negocios de ley muy vinculado al deporte gracias a su Club Mendoza de Regatas, donde entrenó box y hoy practica baile y desde donde suele tener su “base” para sus ocasionales salidas de trote.
Circuito urbano
La iniciativa de esta nota nació desde que podemos salir a entrenar a las calles.
Es que, los que vivimos en Ciudad, armamos un circuito urbano para llegar al Parque San Martín y así llevar a cabo nuestras rutinas deportivas.
Los que crecimos amando el paisaje citadino disfrutamos sus postales, especialmente estos días que podemos hacerlo al trote.
Por eso nos provocó un impacto emocional muy fuerte toparnos con el local desolado de Dunken; por lo que fuimos al encuentro de su propietario para que nos contara las razones del cierre y de cómo encarará el futuro.
“Era insostenible mantenerlo”
“La cuarentena hizo insostenible mantener en pie mi negocio que, a decir verdad, ya venía golpeado por las sucesivas crisis que veníamos soportando”, explicó Funes Sachocos.
Juan contó que “trató de aguantar” apenas decretada la cuarentena el 20 de marzo. “Entre el 23 y 29 mantuve el negocio abierto con la modalidad que nos dejaban de venta en puerta, pero el movimiento no era ni el 10% de lo normal”, detalló el comerciante.
Ante semejante panorama no quedó otra que bajar las persianas. “Decidí vender todo y con el producido indemnizar al personal”, puntualizó y consignó que al momento de cerrar su emprendimiento trabajaban con él sus tres hijos y 8 personas más, entre la sucursal central de avenida San Martín y la de Peatonal Sarmiento.
“No producía ganancia”
Con un dejo de amargura en su voz, Funes relató que “conocía muy bien mi negocio y no producía ganancia desde hacía tiempo. La carga impositiva era insoportable. Cada vez nos ponían más impuestos. Luego vino el aumento del mil por ciento de los servicios. Agregale otro costo fijo como el alquiler. Todo eso, junto a la recesión, fue un cóctel explosivo”.
Funes, con bronca, agregó que durante el gobierno de Macri la situación empeoró, especialmente por el aumento de los servicios. “Pensé que iba a mejorar la cosa, pero fue peor para las Pymes”, contó, al tiempo de opinar, ya en forma general, que “los que trabajamos debemos pagar cada vez más impuestos para los políticos”.
“Veré qué pasa”
Para culminar, luego de explicar que actualmente vive de la venta de insumos para panaderías, otro negocio que encara desde hace tiempo, Juan Arístides Funes Sachocos dejó una puerta abierta a la esperanza.
Es que no descartó que en un futuro pueda reabrir su emprendimiento gastronómico. “Si las cosas mejoran veré qué pasa”, señaló. El tema es que el comerciante no quiere correr el riesgo de “dar un paso en falso” ya que no se sabe cómo evolucionarán los hechos. “Hoy permiten abrir los negocios pero si mañana la pandemia recrudece hay que volver atrás y cerrar”, explicó.
Foto tapa: gentileza
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