Runner cosechador

Héctor Villegas utiliza todos los veranos a la cosecha de la uva como su pretemporada de entrenamiento de corredor pedestre.

No es para menos si, en cada vendimia, el lavallino acarrea por día, trotando entre surcos e hileras, entre 50 y 97 tachos de uva…

Homenaje a los cosechadores

Mendoza tiene que estar muy agradecida a los trabajadores de las viñas porque le pusieron el pecho al coronavirus COVID-19 y salieron a cosechar la uva en plena pandemia para que la industria madre de la provincia no se detuviera.

El riesgo que asumieron estuvo casi al mismo nivel que el de los trabajadores de la salud; por lo que los mendocinos debemos reconocerles el sacrificio que hicieron ya que si la uva se hubiese quedado en los viñedos la economía mendocina colapsaba.

Por eso los homenajearemos poniendo en relieve la historia del líder del team Amigos Corredores de Lavalle, un gran runner, pero, sobre todo, un súper cosechador que tiene una historia de atleta digna para un guión de cine de Hollywood.

Familia de cosechadores

“Vengo de familia cosechadora; siempre trabajé en la agricultura y siempre corrí con los tachos porque era la forma de acarrear más y hacer más dinero”, nos contó Héctor.

Con su inconfundible tonada de trabajador rural, rebosante de sencillez y humildad, nos explicó que todos los años, desde que se hizo runner, aprovecha a la vendimia como pretemporada de entrenamiento.

No es para menos si, al acarrear a las corridas entre 50 y 97 tachos diarios de uva por los pesados surcos de tierra dispuestos entre hilera e hilera de viñas, desarrolla, simultáneamente, la fuerza y capacidad aeróbica necesarias para la temporada deportiva de cada año.

La cosecha en tiempos de COVID-19

“La cosecha es muy esperada por la gente de la zona (de Lavalle) porque es la oportunidad de hacer algo de dinero para comprar lo que le hace falta”, detalló nuestro héroe de vida, por lo que afirmó que no “podíamos dejar de trabajar”.

Sin embargo, aclaró que “con esta maldita pandemia se tuvo mucha precaución. También ayudó que no hubo cosechadores golondrinas porque la uva se levantó con los obreros y las familias de la zona que son gente conocida”, completó.

El entrenamiento en tiempos de pandemia

Una vez concluida la cosecha, Héctor hizo la cuarentena respectiva y se propuso no dejar de entrenar para no perder la forma.

Así las cosas, en el fondo de su casa, amplio como el de la mayoría de las propiedades rurales, “hicimos con la familia un circuito y ahí entrenamos”.

Historia de película

Nuestro cosechador runner, a sus 57 años, está siempre prendido entre los primeros puestos de las generales de las principales carreras del calendario del running mendocino.

Por eso, el que no lo  conoce se sorprendería si se entera que empezó a correr recién a los 53 años porque con las excelentes perfomances que tiene supondría que tuvo una vida entera dedicada al deporte.

“Te vas a reír –cuenta con desparpajo– si sabés que mi primera carrera fue en 2016 en los 12K de (la Ultra) Cerro Arco. Fui a la zona con (gente de) Las Águilas (Running Team) a caminar. Me enteré que había una carrera a los 15 días y dije ‘la quiero correr’. Nadie me creía y así entrené con el Rulo (N. del R.: su hijo) y me moría. Fui y salí cuarto en la general y primero en la categoría. Desde ahí no dejé más el running”.

Antes de despedirse, Héctor no quiere dejar de señalar que el trote “me dio cosas lindas, como que AMaVet me distinguiera por ser el atleta de mayor edad que ganó la general de una carrera”.

Realmente una historia de vida maravillosa que, en la tierra del “sol y del buen vino”, y luego de la vendimia, merece ser destacada con un buen brindis con copas llenas de Malbec ¡Salud!

Fotos y video: gentileza Héctor Villegas

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