loader image
Buscar
Close this search box.

Cuando un amigo se va…

Eduardo Mulet

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río…

…Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío…

«Cuando un amigo se va»,
Alberto Cortez

Qué duda cabe que nuestro país está pasando por tiempos muy difíciles producto de una nueva crisis económica, de esas que aparecen cíclicamente aumentando la pobreza y la exclusión.

Pero la peor consecuencia de estos traumáticos trances de la vida de Argentina es que mueren las esperanzas de un futuro mejor, lo que lleva a muchos, especialmente jóvenes, a encontrar a Ezeiza como su única salida.

El principal bien que tiene un país no son sus recursos materiales, como los muchos que afortunadamente posee el nuestro, sino su capital humano. Es que allí reside la creatividad y la capacidad para crear las riquezas necesarias para el progreso.

Sin duda alguna, cada vez que la Patria pierde a uno de sus hijos se desangra un poco.

Ustedes se preguntarán por qué en un medio de comunicación dedicado al deporte, en el día del amigo, estamos largando estas ideas.

Es que la semana pasada nos enteramos que el excepcional atleta Eduardo Mulet, amigo de Mendoza Corre, decidió buscar nuevos horizontes en Europa, concretamente en San Sebastián, España.

Partirá un excelente runner que, en la exploración de nuevos límites, decidió dedicarse al roller, disciplina en la que estableció un récord mundial de patinaje al completar, por rutas de Mendoza, 300 kilómetros en menos de 12 horas.

Ya como aficionado al pedestrismo había tenido muy buenos desempeños como, por ejemplo, haber sido parte del equipo de 12 corredores que se adjudicó en febrero de 2018 la Marathon Extrem 506K, esa dura prueba de postas que une la costa chilena con la ciudad de San Juan.

Pero con Eduardo lo que nuestra sociedad también perderá es a una excelente persona, dueña de un corazón de oro, solidaria y siempre dispuesta a ayudar a los que necesitan una mano.

Como prueba de lo que acabamos de decir está su hazaña de completar los 42K de la MIM 2019 en 3 horas y 23 minutos empujando una silla de ruedas para que su entrañable amigo Jesús Picón, quien padece parálisis cerebral, pudiera experimentar la felicidad que brinda el trote. O las campañas de recolección de mercadería para comedores y merenderos que realizaba durante sus hazañas deportivas.

Sin Eduardo tampoco ninguna empresa podrá contar con su eficiencia para administrarla, con los conocimientos que adquirió durante sus estudios.

Nuestro amigo se marcha sin despotricar contra su país, por todo lo que recibió de él. “Estoy conforme con lo que he vivido y algún día volveré”, dice con su humildad y optimismo saludablemente crónicos.

Sin embargo, estamos seguros que él no emigraría si Argentina fuera lo que nuestros abuelos soñaron, una tierra fértil para el desarrollo de proyectos que generen prosperidad en base al esfuerzo y el mérito.

Eduardo se nos va y, parafraseando a Alberto Cortez, “dejará un espacio vacío que no lo podrá llenar la llegada de otro amigo”.

Al menos nos deja su ejemplo de hombría de bien, lo cual no es poco.

Eduardo Mulet y Jesús Picón en la MIM.

Fotos: gentileza Eduardo Mulet
Facebook: Fan Page Mendoza Corre (clikc 
acá para acceder)
Twitter: @mendozacorreok (click 
acá para acceder)
YouTube: Mendoza Corre (click 
acá para acceder)
Instagram: @mendozacorreok (click 
acá para acceder

Compartí la nota

WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Noticias relacionadas

Anterior
Siguiente

Claudio Pereyra Moos

Periodista por pasión, más que por profesión. Ultramaratonista de montaña que corre tras ideales: traspasar metas de carreras difíciles, trabajar por una sociedad más justa, viajar para conocer nuevos horizontes.