loader image
Buscar
Close this search box.

Como un pájaro libre…

Eso es lo que se siente al trotar por la costa del océano Atlántico, una mañana opacada por un cielo gris pero exquisita por el aire marino que soplaba sin cesar…

Salida desde la costanera de la ciudad de Miramar, rumbo al Sur. Foto: gentileza Juan Demasi de Revista Paese.
Libertad al trote
“Como un pájaro libre de libre vuelo, como un pájaro libre así te quiero…” recitaba Mercedes Sosa en 1983, luego de la larga noche de exilio y persecuciones que sufrió por la cruenta y salvaje dictadura militar.
Algo similar pensaba yo una semana atrás cuando, movido por las ganas de vivir la vida de manera simple, decidí buscar nuevas sendas y “bajé” de mis montañas mendocinas al nivel del mar para trotar como caballo desbocado…
Cóndor con gaviotas…
Así las cosas, un cóndor andino salió rumbo a Miramar (*) para sacarse las ganas y así “volar” junto a las gaviotas.
El plan era tener dos días de trote desenfrenado al lado del mar.
La primera jornada sería la más dura ya que se trotaría en total unos 50K para conocer un pueblito bucólico llamado Mar del Sud.
En tanto que la segunda sería menos exigente, ya que consistiría en un trote liviano casi regenerativo, de unos 12K, para aflojar músculos y eliminar el ácido láctico acumulado durante la primera salida.
Los pájaros con su cantar maravillaban los oídos…
Sentidos activados por el mar
El sábado 27 de agosto amaneció fresco y nublado, con una temperatura que rondaba los 10°C cuando asomaba tímidamente el sol, pero que bajaba unos 4°C cuando se nublaba.
El plan era simple: salir desde la Ciudad hacia el sur, siempre costeando el mar,  para encontrarme con Mar del Sud, un pueblito que a esta altura del año es casi fantasmal ya que sólo cobra vida en los meses de verano al ritmo de la temporada turística.
Luego de 2K entre las calles del casco céntrico miramarense me encontré con la costa, donde me topé con un grupo de aficionados a la fotografía integrantes de la colectividad italiana de Mar del Plata. Así las cosas Juan Carlos Demasi retrató mi momento de dicha con una serie de fotos que luego me enviaría a mi cuenta de Facebook para compartirla en mi blog.
Trotar al lado del mar es muy especial…
Sur, arena ¿y después?
Salí y la sinfonía del viento marino, que soplaba suave, hacía delicia en mis oídos…
El aroma del aire causaba éxtasis…
El cantar de los pájaros maravillaba…
Y el dibujo de las olas golpeando en la costa representaba locos y caprichosos contornos que nacían al compás de mi imaginación…
Los dos primeros kilómetros eran simples porque trotaba sobre la vereda de la costanera citadina.
Luego vendrían unos dos mil metros más costeando un acantilado para bajar definitivamente a la playa y así dar pasos cortos, constantes y lentos por el efecto de la arena, que hacía sentir a las piernas “pesadas”.
De esta manera trataba de ir lo más cerca de la orilla posible porque allí el suelo, por efecto del agua, estaba compactado y el paso se hacía un poco, sólo un poco, más liviano.
Cada tanto tenía que cruzar algún caprichoso arroyo que desembocaba en el mar y enfriaba mis pies.
Así, con la compañía de mi soledad, de algunos pájaros que cantaban sin cesar y de la sinfonía del viento trotaba sobre la arena, feliz, hacia el sur…
¿Y después?
 
Pueblo fantasma
A los 18K de costear el mar, 20K con el trote callejero miramarense, me topé con el bucólico Mar del Sud, un pueblito virtualmente fantasma donde mi imaginación voló a alturas insospechadas…
¿Cuántas historias de misterio y fantasía podía elaborar con la compañía el viento?
Muchas.
Pero la mañana fresca no me permitía detenerme mucho tiempo porque sino el cuerpo se iba a enfriar. Ya llevaba casi dos horas y media de marcha, por lo que me paré para hidratarme: compré un Gatorade y un agua mineral en el único kiosco que había en el pueblo.
Y seguí.
Pueblo Mar del Sud, donde me hidraté, tras breve parada.
Amor perro y foca solitaria
A esa altura, un perro tuerto me acompañaba haciéndome de fiel guardaespaldas: un kilómetro más al sur me “defendió” de una foca que, solitaria y curiosa, me miraba.
Seguí, terminé de atravesar el pueblo y troté unos 4K más al sur para retomar por el mismo camino al punto de partida.
Las piernas ya sentían el esfuerzo de trotar ininterrumpidamente en la arena, pero aún había resto para continuar la marcha.
A la altura del kilómetro 32, mi perro amigo me dejó para volver a su hogar, por lo que ya no tendría más custodia ante algún animal marino que tratara de atacarme…
Pescadores y tuercas sueltos
Seguía corriendo sin cesar con la única compañía, como a lo largo de todo el trayecto, de algún que otro pescador que, asombrados, me miraban.
También era común cruzarme con aficionados a los cuatriciclos, motos o areneros que, con su “pasión tuerca”, lamentablemente ayudan a la degradación del hábitat natural del lugar.
Exhausto
En el kilómetro 39 ya no daba más, por lo que decidí “descansar” trekeando durante mil metros para luego volver al trote.
Las piernas ya estaban muy pesadas por lo que a cada kilómetro que pasaba  calculaba los kilómetros que me quedaban y me imaginaba la mediatarde que iba a tener a la llegada: café con leche bien caliente con al menos media docena de medialunas.
A la altura del kilómetro 46, ya divisaba los edificios de Miramar y a los pocos metros me encontré con la costanera: ¡2K y llego!
¡Y llegué!
 
Descanso y regenerativo
Al día siguiente (domingo) descansé, paseando por Mar del Plata.
Un día después corrí 12K costeros: 6K rumbo al norte, básicamente bordeando acantilados y regreso por el mismo camino al punto de partida.
El martes 30 de agosto regresé a Mendoza, con un objetivo en mente: volver a la costa atlántica pero en el verano.
Trote regenerativo al norte de Miramar.
Resumen de una aventura marina
-48K trotados: 40K en la arena, ya sea bien al lado del mar, atravesando médanos o bordeando acantilados.
-Desnivel acumulado total aproximado 600 mts: +300 mts  y -300 mts.
-Altura mínima alcanzada: -16 msnm.
-Altura máxima alcanzada: +10 msnm.
-Día nublado y fresco con temperaturas que oscilaron entre los 6°C y 10°C y vientos suaves.
(*) Miramar es una ciudad costera de poco más de 30 mil habitantes, cabecera del partido bonaerense General Alvarado. Se ubica 48 km al sur de Mar del Plata y su economía gira fundamentalmente alrededor del turismo.
Esta empresa deportiva y periodística contó con la colaboración de:
-Kinesiólogo Gustavo Gómez de Centro Médico Barraquero.
-Instituto Austral pionero del concepto corredor cardioseguro.
-Vivi Araya MKT (Marketing Deportivo), representante en Cuyo de Gatorade.
-La Pirámide SportVision (Colón 665, Ciudad, Mendoza).
-Centro Deportivo ácumen (Colón 665, Ciudad, Mendoza).
 
Gracias a Vivi Araya MKT, Gatorade me acompaña a todas partes.
 
Facebook: Fan Page «Mendoza Corre» (clikc acá para acceder)
Twitter: @mendozacorreok (click  acá para acceder)

Compartí la nota

WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Noticias relacionadas

Anterior
Siguiente

Claudio Pereyra Moos

Periodista por pasión, más que por profesión. Ultramaratonista de montaña que corre tras ideales: traspasar metas de carreras difíciles, trabajar por una sociedad más justa, viajar para conocer nuevos horizontes.