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Al trote, marchó al cielo

¿Cómo es posible volver del horror? ¿Cómo se puede superar el dolor?

La respuesta a tamaños intríngulis nos la dejó Mario Edgardo Arenas, un buen tipo amado en el ambiente del runner mendocino.
La solución es muy simple, aunque la mayoría de los hombres de esta tierra nos empeñemos en buscarla en caminos complejos que, siempre, terminan en callejones sin salidas.
Del horror, del dolor, tan sólo se sale con amor.
Con mucho amor.
Fundamentalmente al prójimo.
Mario Arenas en los 21K de la MIM 2017. Foto: Claudio Pereyra Moos.

Él, al cielo, su legado, en la tierra

Ese mensaje de amor es lo que nos dejó “Marito” que, en las primeras horas de esta madrugada, abandonó la tierra al trote.
Es que hoy decidió participar en la última carrera de su vida, con arco de llegada en el cielo, ese que se merece para que allí encuentre el sosiego que en los últimos meses le fue esquivo por un maldito y galopante cáncer de esófago que le hizo metástasis en el estómago.
Marito participaba en todas las carreras repartiendo bondad y amor. Foto: Facebook.

Héroe de la Patria

Mario Edgardo Arenas, como muchos jóvenes de su generación, participó de la guerra de Malvinas, donde fue testigo del dolor y del horror.
Luego, como todos nuestros “chicos de la guerra”, esos que con tan sólo 18 años fueron  parte de una loca contienda bélica liderada por un alcohólico, sufrió el olvido de la mayoría de sus compatriotas.
Ya sabemos cómo es nuestra sociedad con los “perdedores”: no se merecen nada. Ellos no fueron la excepción a esta nefasta costumbre argentina. Aún a pesar de que le pusieron el pecho a las balas para salvar el honor de la Patria, que en 1982 era conducida por una dictadura asesina que no quería perder el poder y los usó con ese deleznable fin llevándolos a una guerra sin sentido contra una de las mayores potencias bélicas del mundo.
Las estadísticas marcan que es mayor el número de soldados que se suicidaron luego de la batalla que los que murieron en combate. Y no es para menos: esos pibes volvieron con los síntomas de los traumas de la guerra y en su país nadie, o casi nadie, los contuvo o los ayudó a salir adelante.
El «Gran Capitán» junto a uno de sus alumnos de Alas de Esperanza en la Running Trip 2018. Foto: Facebook.

“Salgo adelante de la mano del amor”

De ese panorama desolador, Mario hizo de tripas corazón y se reinventó.
Nunca abandonó a sus compañeros de combate (participó en las ONG de veteranos de guerra) pero aún así rehuía de “hacer chapa” con su glorioso pasado.

“Te tienen lástima y yo salgo adelante de la mano del amor”, dijo una vez al responsable de estas líneas cuando lo quiso entrevistar para hacerle un homenaje un 2 de abril, como runner ex combatiente de Malvinas.

Mario en una carrera de A.Ma.Vet. en Maipú junto a sus chicos de Alas de Esperanza. Foto: Facebook.

Ayudar al prójimo

Luego de la guerra, la vida no le fue fácil. No obstante se recibió de kinesiólogo, profesión que practicaba en la municipalidad de la Ciudad desde hace más de 20 años y atendiendo pacientes en forma particular.
Desde su carrera, nunca se cansó de repartir amor a sus pacientes (especialmente a los niños), a quienes los ayudaba a superar los malos momentos que pasaban con terapias de humor.
Más allá de algunos tropiezos y traiciones que sufrió en su vida personal, no dejó de predicar su mensaje y se dedicó al running, ambiente en el cual se hizo muy popular por su bondad y donde todos lo amaban porque daba una mano a quien se lo pidiera.
Ahí va el «Gran Capitán…». Foto: Facebook.

Coherencia

Era coherente con su prédica, que honraba organizando marchas por la paz y campañas solidarias.
Y también con un proyecto inclusivo e integrador: Alas de Esperanza, una escuela de rugby y running para chicos con Síndrome de Down, que llevaba adelante junto a sus entrañables amigos Cristian Amador y Cecilia Boschi.
“La vida es bella”

“La vida es bella” fue uno de sus principales slogans que repartía por doquier en las redes sociales y en las carreras que participaba con su paso lento pero constante e incansable.

Marito, al fondo, junto a sus chicos de Alas de Esperanza, en una selfie de su amigo entrañable Cristian Amador. Foto: Facebook, gentileza Cristian Amador.

Ahí va el “Gran Capitán…”

Desde esta mañana, ahí va el “Gran Capitán”, tal como lo bautizaron sus alumnos de Alas de Esperanza, con su paso inconfundible hacia el cielo.
Cuando arribe al arco de llegada, seguro lo estarán esperando los pacientes que él siempre ayudó. Les pedimos que lo cuiden, como él los protegió.

Mientras tanto, nosotros, para extrañarlo menos, intentaremos seguir con su prédica de amor para hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.

A pesar de la cruel enfermedad que padeció, Marito asistió hasta último momento a las carreras. Acá en la Giménez Riilli de Rodeo del Medio. Foto: Facebook.

Velatorio

Para quienes deseen saludar a los familiares de Mario Arenas, el velatorio se está realizando en la cochería sita en calle Maipú de la Cuarta Sección de la Ciudad de Mendoza. Allí lo velarán hasta las 18 horas a cajón cerrado para luego cremarlo.

Fotos: Facebook, gentileza de amigos de Mario Arenas
Facebook: Fan Page Mendoza Corre (clikc acá para acceder)
Twitter: @mendozacorreok (click  acá para acceder)

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Claudio Pereyra Moos

Periodista por pasión, más que por profesión. Ultramaratonista de montaña que corre tras ideales: traspasar metas de carreras difíciles, trabajar por una sociedad más justa, viajar para conocer nuevos horizontes.
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