Dentro de la tragedia que significa para la humanidad el coronavirus COVID-19, hay algo positivo para sacar: el encierro obligado permitió que nuestro planeta “respire” y que su flora y fauna ocupen el lugar que les corresponde luego de que el hombre se los arrebatara.
Esto que decimos es un hecho incontrastable, de acuerdo a los informes de todo el mundo que recibimos a través de los medios de comunicación. Un par de ejemplos: en Venecia, sus canales tienen el agua transparente y han sido “invadidos” por peces y, en la India, miles de tortugas marinas pueden anidar en las playas porque están vacías.
¿Y en casa cómo andamos? Pues bien, en nuestro pedemonte y precordillera, al menos, la fauna está ocupando el lugar que se merece, el que es suyo y fue invadido por el ser humano, amén de que su atmósfera se ha purificado.
Mendoza Corre dialogó con Celso Boccolini (*), Técnico en Conservación y, por sobre todo, montañista y trail runner, que vive en un barrio sito en las adyacencias de los cerros Áspero y Arco, entre otros.
El lasherino notó el cambio y lo describió de una manera estupenda y optimista: como buen amante de la montaña aseguró que este mal trago que estamos pasando puede ser tomado como una oportunidad para que, por un lado, vayamos a un sistema de vida más amigable con el medio ambiente y, por el otro, para que, en nuestro hábitat andino, haya una nueva “convivencia entre el deporte y la montaña”.
“Único e inédito”
Celso aseguró que “hoy estamos presenciando un hecho único e inédito en nuestra naturaleza: si bien es poco tiempo, ya vemos algunas características de recuperación del ambiente andino. Para los deportistas de montaña (traileros, senderistas, bikers, trekeros y andinistas) se nos abre una nueva oportunidad de establecer una mejor relación con el ambiente”.
Los cambios
El líder del grupo Horizontes destacó algunos de los cambios que ya se palpan desde la precordillera (cerro Áspero, valle transversal San Isidro a 1300 msnm), lugar donde vive hace varios años:
“-Se Restablece el silencio referido a locomoción y tracciones vehiculares y biomecánica humana.
-Recuperación de la calidad del aire y cambio del color de cielo (color y olor del aire diferente), disminución de la polución evidente (ausencia de ‘nube techo gris’ sobre la ciudad).
-Aumento de concurrencia y presencia periódica de fauna silvestre, especialmente aves y mamíferos en lugares que perdieron su hábitat históricamente por la presión humana. Hoy, al menos temporalmente, lo están recuperando y volviendo a visitar. Liebres, zorros, gatos monteses, hurones, lagartos, lechuzas, búhos, águilas, zorzales, colibríes, calandrias, siete cuchillas, cuises, águilas, aguiluchos son más visibles. La verdad emociona verlos y poder reestablecer una mira ancestral entre nosotros y ellos.
-Ausencia total de contaminación de rutas, huellas, senderos, banquinas, aguadas, vertientes. Esto, quizás al ojo urbano, sea los más notorio: es como volver a los ‘70. Se ha frenado por completo el deterioro producido en los últimos años”.
Aprovechar el momento
El también trail runner, consideró que hay que hacer valer estos cambios que estamos observando como algo positivo para “establecer otras prioridades y transformar nuestra actividad y nuestra calidad de vida. No hay que desaprovecharlos”, remarcó.
“Efecto Clausura”
El atleta consignó que “el aislamiento social establecido por el coronavirus ha operado en la naturaleza con un efecto que denominamos ‘Clausura’: en el ecosistema de montaña se registra la ausencia de personas, vehículos, animales exóticos, tóxicos, incendios, basurales, gases contaminantes” lo cual “está promoviendo y acelerando una recuperación de valores de conservación en la flora, fauna, suelo, cielos, vertientes y aguadas. El paisaje es un valor cultural que estamos recuperando”, subrayó.
“La oportunidad”
El montañista evaluó que a partir del COVID-19 “debemos mirar de otra forma todo” porque se presentó la oportunidad donde “la ciudad está dejando a la naturaleza y a la montaña recuperarse”.
Ante ello, consideró, “nos cabe momentos de profundo análisis y reflexión interna, donde el sistema de producción lineal y de uso indiscriminado de los recurso naturales, la polución y contaminación deben cambiar con tecnología que permita usar energías más amigables y verdaderamente sustentables y saludables, no sólo para nosotros sino para todo el medio ambiente”.
Nueva convivencia
Para culminar, Boccolini consideró que debemos ir “hacia una nueva forma de convivencia entre el deporte y la naturaleza: la montaña debe ser más ‘caminable’ y más ‘pedaleable’; debemos bajar al mínimo o a cero el uso de tracción a combustión en su ambiente. Debemos disminuir o minimizar el acampe o estacionamiento permanente en lugares naturales abiertos”, concluyó.
Trote en casa
Celso cumple a rajatabla con la cuarentena establecida a causa del coronavirus.
Pero, al vivir al pie de los cerros, se puede dar el lujo de entrenar al trote por el patio de su casa, sito al lado del cerro Áspero.
El video que nos mandó atestigua lo que decimos:
(*) Celso Flavio Boccolini es trail runner y andinista con una vasta experiencia en ambas áreas. Además es guardaparque (trabajó en los parques Aconcagua, Tupungato, Laguna del Diamante, Payunia, Llancanelo, Villavicencio y Divisadero). En su haber tiene un curso de entrenadores del CENARD y capacitación en ultra trail con Gustavo Reyes. También es técnico en conservación de áreas naturales (IEF).
Agradecimiento: a la buena onda de Celso Boccolini que se sumó a la propuesta de Mendoza Corre para darle batalla al coronavirus a través de la vida sana y responsable. Si estás interesado en sumarte a sus clases presenciales (cuando termine la cuarentena, obvio) hacé click acá para acceder a su Fan Page de Facebook de su grupo Horizontes.
Fotos y video: gentileza Celso Flavio Boccolini
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