Becerra y la decisión de su vida

Carlos Becerra es un atleta que está acostumbrado a los grandes desafíos, en sintonía con los difíciles obstáculos que le puso la vida.

Es que el malargüino por adopción viene desde muy abajo, no sólo por provenir de una familia muy humilde sino porque desde los 14 años se hizo cargo de sus ocho hermanos, ante el fallecimiento de su progenitor.

Fiel a su capacidad de resiliencia salió adelante y, a pesar de trabajar duramente en oficios que exigen gran esfuerzo físico, pudo convertirse en trail runner de élite, integrando la selección nacional de la especialidad.

Punto de inflexión

Con su espíritu esculpido por las adversidades que le puso la vida, “Carlitos” no le teme a los retos, por lo que tomó una decisión que lo dejará marcado para siempre: se jugó a dejar su trabajo de albañil para dedicarse exclusivamente a entrenar y vivir de trail runner.

Una opción muy arriesgada ya que, sabemos, nuestro país no trata muy bien a los atletas de deportes no convencionales. “El que no arriesga no gana”, dice con la convicción del que está convencido en dar batalla por la concreción de un sueño.

Méritos, amigos y familia

Es bueno detenerse para analizar qué llevó a Carlos a dar un paso tan trascendental.

Conociendo su historia, concluimos que lo hizo basándose en tres factores:

Primero, en el gran 2021 que tuvo: ganó la mayoría de las competencias de corta distancia en las que participó. Pero, además, debutó en el maratón, al correr el K42 de Villa La Angostura, donde salió cuarto, compitiendo contra lo mejor del trail argentino. Ello lo llevó a convencerse de que está para grandes cosas en el mundo de las carreras de montaña.

Segundo, porque se siente respaldado por el team Malargüe Running, a cuyos integrantes los considera “amigos que me acompañan hace tiempo. Ellos se van a ocupar de mi imagen, de los sponsors y de armar una escuela de trail en la que seré director; además de que encararemos otros proyectos. Así, voy a poder dedicarme de lleno a entrenar y buscar mi mejor versión…»

Pero lo más importante que tiene para tomar un camino tan apasionante, como incierto, es que se siente respaldado por lo más importante que tiene todo hombre: su familia, compuesta por su esposa Tania y sus dos hijos, Sofía (5) y Dilan (10).

De película

Carlos Becerra tiene una vida que podría adaptarse tranquilamente al guion de un film de Hollywood.

Nació en San Rafael, en la humilde barriada de la isla del Río Diamante, donde nada es fácil y lo que sobra son las necesidades.

Para colmo, cuando transitaba la adolescencia, la vida le dio un golpe durísimo, de esos difíciles de asimilar porque pegan en el corazón: su papá falleció inesperadamente.

De esta manera, junto a su mamá, y con tan sólo 14 años, tuvo que hacerse cargo de sus ocho hermanos menores, a quienes cuidó y protegió.

«Siempre me las ingeniaba para llevar comida a la mesa. Hice de todo: cartonero, cosechador, changas, de todo…”, rememora. Y ahí nomás sale a la luz el cariño que aún siente por su padre: “él se fue muy pronto pero me dejó la gran enseñanza de que con trabajo y esfuerzo se sale adelante. El entorno no era el mejor, pero pudimos lograrlo sin desviar el camino…»

Sur, albañilería y después… ¡running!

Con quince años, un tío le ofreció trabajar de albañil en Malargüe, cosa que aceptó, haciendo del departamento más austral de Mendoza “su lugar en el mundo”.

«Fue en esa época que sin quererlo descubrí mi gran pasión. Mi tío corría todos los días, pero sufría ataques de pánico, por lo que yo lo acompañaba en bicicleta. Un día la bici estaba pinchada y tuve que correr a la par. Nunca más paré…», nos contó con un dejo de nostalgia en su voz.

De esta manera, empezó con las carreras de calle, práctica a la que se fueron sumando sus hermanos, que también se mudaron a Malargüe.

Poco a poco las cosas se le fueron dando y se dio cuenta que tenía pasta para el running.

Con un apasionado relato nos contó cómo siguió la historia: «Un día, un gran amigo, Jorge Fernández, me comentó lo que era el trail y me ofreció acompañarme a una carrera importante en el (parque) Aconcagua, la cual, ante la sorpresa de todos, gané.»

2017 fue para cosas grandes. “Corrí el Sudamericano en Villa La Angostura, siendo el mejor argentino clasificado, por delante de los miembros del seleccionado”, consignó y agregó que “en 2019 se cumplió mi sueño de ser convocado a la selección que participó en el mundial.»

Al 2021 lo calificó como “un año muy importante” para su carrera, “no tan sólo en lo estrictamente deportivo, sino en mi madurez como atleta: sé que no he llegado a mi techo y que si mejoro algunos aspectos como la alimentación, la hidratación y el descanso puedo lograr grandes cosas…»

El futuro

Los buenos resultados del año pasado lo convencieron de tomar una determinación que lo marcará el resto de su vida. “En charlas con amigos –consignó-, con mi entrenador Sebastián Bisiconti, con colegas de la talla de Diego Simón, más el acompañamiento incondicional de mi esposa Tania y mis hijos, decidí arriesgarme y dejar mi trabajo de albañil para dedicarme exclusivamente a mi carrera deportiva.»

“Sé que no es fácil porque hoy las cosas están duras para todos y tomar una decisión así cuesta, pero el que no arriesga no gana. Ya puedo anunciar que firmé contrato con la gente de Malargüe Running, amigos que me acompañan hace tiempo, quienes se van a ocupar de mi imagen, de los sponsor, de armar una escuela de trail en la que seré director y de otros proyectos. Así que voy a poder dedicarme de lleno a entrenar y buscar mi mejor versión», concluyó.

La cosa va muy en serio. Ya tiene el asesoramiento de una nutricionista y en febrero empezará con sesiones de terapia con una psicóloga especializada en deporte para fortalecer el aspecto mental.

En primera persona
Ojalá lo acompañen

Por Claudio Pereyra Moos

La decisión que tomó el malargüino es muy arriesgada en un país donde los deportes no tradicionales no son muy tenidos en cuenta.

Cuando decimos esto, no nos referimos únicamente al Estado. Con las políticas estatales podemos disentir en algunos aspectos. Pero el Estado siempre está, aún cuando se le pueda pedir más.

Sin embargo, opinamos que en el apoyo del deporte no tradicional la parte privada generalmente está ausente, salvo cuando se encuentra ante un atleta ya consagrado: en general, el privado no arriesga, sólo va a lo seguro.

Por eso, hacemos votos para que aparezcan sponsors que apoyen el difícil camino que acaba de emprender de forma muy valiente Carlos Becerra.

Foto de tapa: gentileza Juani Cocuelle (click acá para acceder a su Instagram)
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