Luis y Jesús Castellano fueron asaltados ayer a la tarde a los tiros mientras entrenaban en su Las Heras y por poco, muy poco, no lamentaron un desenlace fatal.
Es que los hermanos del team Huilalán Corre vivieron tensos minutos ya que sus vidas dependió de un delincuente que, sin piedad, les disparó por la espalda.
Los runners, muy queridos en el ambiente del trote mendocino por su bondad y su calidad de atletas, lograron salvarse porque corren rápido y, especialmente, por la mala puntería del lumpen que les intentó robar.
Entrenamiento de terror
Al empezar la tercera semana de flexibilización de la cuarentena, donde los runners ya podemos salir a correr a las calles, Luis y Jesús, luego de 14 días de trote suave, decidieron comenzar con entrenamientos más exigentes “para ir entrando en ritmo”.
Como la idea es ir progresivamente, para no sobre exigirse de entrada, es que optaron por realizar unas seis pasadas de 400 metros en una calle de tierra que está a unos mil metros al este de la Ruta 13 y al norte de los barrios 12 de Junio y Solares del Pedemonte.
Eligieron ese lugar no por capricho sino porque lo conocen como la palma de su mano ya que entrenan allí desde hace unos 10 años. La calle, si bien es de tierra, es bastante llana y la tienen marcada con diferentes distancias para hacer sus pasadas.
Así las cosas, como viven a unos tres kilómetros de su “pista de atletismo”, ayer, a esos de las 16 horas, decidieron salir al trote suave para ir entrando en calor.
El día estaba soleado y templado, con una atmósfera ideal para el entrenamiento.
Jesús y Luis estaban felices porque se sentían “a punto” para exigir su físico de eximios atletas.
Ni se imaginaban que les esperaría unos instantes de terror que los dejaría marcados para el resto de sus vidas…
Salvarse porque corren rápido. Y por la mala puntería de un delincuente
Los runners lasherinos llegaron al punto de largada de las pasadas. Dieron, casi a la par, la primera. Ambos estaban satisfechos por su rendimiento, al ver el tiempo registrado en sus relojes Garmin.
Cuando volvieron sobre sus pasos, mientras encaraban la segunda pasada, a mitad de camino, apareció, repentinamente, detrás de un árbol Aguaribay sito al costado de un zanjón, un joven de unos 30 años que portaba un revólver, posiblemente calibre 38.
Los hermanos, estupefactos, se detuvieron por un segundo e, instintivamente, hicieron lo que mejor hacen: correr. Jesús escapó por la calle de entrenamiento rumbo al sur. En tanto que Luis, para confundir al delincuente, optó tomar una bifurcación dibujada sobre un sendero.
El malhechor optó por agarrárselas con Luis. Para ello, sin piedad ni miramientos, le efectuó un disparo que por muy poco no le dio en la espalda. “Me pasó tan cerca que sentí el zumbido…”, expresó el infortunado runner. A los pocos segundos, preso de la desesperación y de su loco trote, tropezó. Se cayó. Y, en el piso, sintió un segundo disparo que pasó lejos…
A todo esto, Jesús, al ver a su hermano en el suelo, pensó lo peor. Desesperado, volvió sobre sus pasos, agarró una piedra y se la tiró al delincuente, rozándole la cabeza. El malviviente le apuntó. “En ese momento, dudé si lo atacaba”, expresó Luis. Sin embargo optó por quedarse quieto.
“¡Dame todo!”, le gritó el delincuente. “¡No tengo nada!”, le gritó Luis desesperado. Vaya a saber el porqué, el lumpen decidió cruzar un alambrado. “¡Ahí viene la policía!”, gritaron, astutos, los Castellano para que el ladrón se asustara y partiera raudamente. Ellos siguieron corriendo rumbo a la esquina de calle Santa Rosa y avenida Boulogne Sur Mer donde avistaron a dos camionetas de la Policía de Mendoza, que, infructuosamente, no pudieron dar con el ladrón.
“Estar vivo para contarlo”
Hoy, Luis agradece “estar vivo para contarlo” y sólo lamentar unos buenos raspones en sus piernas producto de la violenta caída que sufrió mientras huía del asaltante.
Más tranquilo, vía telefónica, aseguró que no se olvidará más de la persona que casi le quita la vida: lo describió de tez morena con cara semi afeitada, con físico regordete y una estatura de unos 1,70 metros (quizás un poco menos). Vestía zapatillas y campera blancas y un pantalón de buzo negro. “Si lo veo a la distancia lo reconozco al toque, no me olvido más de su cara”, subrayó.
Luego del mal trago, los hermanos Castellano fueron a sus casas para cambiarse y partir a la Unidad Fiscal de Las Heras número 5 a hacer la denuncia pertinente.
Foto tapa: gentileza Antonio Tello Vargas
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Uy! Que mal momento chicos…
Espero se recuperen ,les mando un abrazo
Que se recuperen chicos!
Se tomarán medidas de seguridad en la zona?
Chicos el universo los acompaña. Qué difícil momento! Cuidense mucho, son tiempos extraños…su estado físico los acompaña. Ya vendrá la mejor oportunidad para desarrollar esta actividad hermosa y en contacto con espacios naturales. Mis saludos!