La salud es lo primero

“Correr para ser felices, no para correr riesgos” es el slogan que promovemos desde Mendoza Corre, por lo que siempre difundiremos las medidas que un runner debe tomar para que su práctica deportiva no derive en problemas que puedan afectar su calidad de vida.

Desde luego que correr es saludable pero, como toda actividad que llevemos a cabo, debe contar con las respectivas medidas de prevención de nuestra parte: por un lado, realizarnos los estudios médicos necesarios y, por el otro, llevar planes de entrenamiento de la mano de profesionales.

Primero que nada, antes de empezar a correr debemos  realizarnos, sí o sí, un chequeo para lo cual debemos visitar a nuestro médico de cabecera o médico deportólogo.

Básicamente podríamos decir que los estudios que debemos encarar son:

-Chequeo clínico completo. Para descartar factores tales como anemias o altos índices de ácido úrico (que pueden comportar lesiones de tipo muscular y tendinoso).

-Estudio Cardiovascular y Respiratorio. Debe incluir un estudio electrocardiográfico y de la tensión arterial. Deben realizarse en reposo, en esfuerzo y tras el esfuerzo. Además una ecocardiografía que complemente a la exploración cardiovascular ya que nos muestra si la estructura cardíaca es normal, cómo circula la sangre, el estado y funcionamiento de las válvulas del corazón, el grosor del músculo cardíaco y  puede detectar algunas patologías de tipo mitral, aórtico y la miocardiopatía hipertrófica, causa de muerte súbita en corredores, especialmente de larga distancia.  No hay que ignorar algunas señales que pueden indicar que un deportista tiene un riesgo elevado de padecer un problema cardíaco, tales como desmayos durante la práctica deportiva, sensación de mareo, palpitaciones o antecedentes familiares de muerte súbita a edades tempranas, etc. A pesar que la mayor parte de casos de muerte súbita se producen sin  previo
aviso es por demás aconsejable la realización de chequeos de forma regular.

-Prueba de esfuerzo en cinta. Permite que determinemos el estado general de entrenamiento en un momento determinado, como consumo máximo de oxígeno, la recuperación tras el esfuerzo, etc.

Es fundamental que nos guíe un profesional en nuestra práctica deportiva: sostenemos, y no nos cansaremos de repetirlo, que eso de entrenar “por sensaciones” no sirve ya que lo más probable es que terminemos lesionados.

Un profesor de educación física, o un preparador físico, sabrá cómo llevarnos poco a poco de acuerdo a nuestras condiciones y nos dirá en qué momento podemos participar en una carrera y de qué distancia.

Por eso debemos buscar a quien nos entrene, pedirle su currículum, que debe incluir el certificado de sus estudios terciarios o universitarios y que nos detalle los protocolos de seguridad que tiene para afrontar casos de emergencia como accidentes o imprevistos médicos.

Una vez que elijamos al profesional que más nos convenza debemos acordar un plan de entrenamiento con objetivos claros para que podamos ir evaluando nuestro rendimiento a medida que pasen las semanas.