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Amores perros

«¿Desde cuándo comenzó el dolor?
Amores perros, amores perros…»
Ely Guerra, “Dime cuándo empezó el dolor”, tema
de la banda de sonido de la película Amores Perros
 
En la inmensidad de la Puna jujeña si no estás bien de la cabeza la vas a pasar mal…
Pensaba en los “amores perros” cuando sufría como un “perro” en mi segunda participación (frustrada) en la ultramaratón “Conociendo la Pachamama”, en Tilcara, Jujuy.
Ya les conté que esa competencia es muy dura: a la distancia y los fuertes desniveles que tenés que afrontar, entre otras dificultades, tenés que agregarle el efecto impiadoso de la Puna jujeña. Para correrla y superarla con éxito tenés que estar muy bien preparado física, pero sobre todo, psicológicamente. En resumen: si no estás bien de la cabeza no la terminás. Y, lo peor, la pasás mal.
La segunda semana de octubre, partí al Norte argentino con la ilusión de recolectar los puntos que necesitaba para poder anotarme nuevamente en mi loca obsesión llamada Ultra Trail du Mont Blanc (UTMB) (*). Me jugaba una última ficha: los 100K de “la Pachamama” era la única carrera que me quedaba para juntar los ansiados 5 puntos que me faltaban y si no la culminaba tenía que esperar un año más por mi sueño francés. (Si querés leer la crónica de esa carrera hacé click acá).
El problema era que, fruto de varios problemas personales, no estaba bien de la cabeza: íntimamente sabía que no estaba en condiciones de encarar tremendo desafío.
No obstante, cabeza dura, fui…
Como cuando tratás que evolucionen esos amores que, en tus fueros íntimos, sabés no prosperarán.

Amores perros…

Como los de la película que se llama como el título de esta nota, la del genial director mexicano Alejandro González Iñárritu.

Esa obra maestra del cine latino, con un guión brillante, entrelaza tres historias de personajes absolutamente distintos y con realidades sociales totalmente diferentes pero que en un punto de la película los unen los perros y los “amores perros”.

Por un lado, Octavio (Gael García Bernal) se enamora perdidamente de Susana. Todo bien, salvo un pequeño detalle: es esposa de su hermano. Por el otro, Daniel, deja a su esposa por una bella modelo española que termina con un pie amputado producto de un accidente. Por último, aparece “Chivo”, un militante de los ’70 que, por estar perdidamente enamorado de sus ideales, dejó a su esposa e hija para dedicarse a la guerrilla y “cambiar el mundo”: los años lo llevaron a la realidad y terminó siendo un triste y solitario sicario callejero que, con la única compañía de perros, mataba por dinero…
No quiero abundar en  los detalles de qué hecho fortuito hace confluir estas tres historias por si aún no vieron este majestuoso film estrenado en el 2000 y que recomiendo. Pero el resumen que les di sirve para sacar una conclusión, suficiente para el objetivo de mi columna: las tres historias tienen como común denominador esos amores que todos, aunque sea una vez en la vida, tuvimos y que, íntimamente, sabíamos no íbamos a conquistar. No obstante, nuestros ciegos corazones insistieron una, dos o más veces hasta que la lógica nos llevó a una sola y triste realidad: el desengaño.
Amores perros…
Sabía, al salir de Mendoza, que culminar “la  Pachamama” era una quimera por las frustraciones que llevaba a cuestas y que atormentaban mi alma. Sin embargo, obstinado, insistí hasta que el curso de los acontecimientos me llevaron a la realidad y todo terminó, como debía ser, en un estruendoso fracaso.
Como el de los amores perros…
Cuento esta historia porque deseo dejarles a mis amigos trail runners la lección de que en una ultramaratón de montaña la cabeza es más importante que las piernas. Para que sepan que para encarar una empresa deportiva difícil deben estar psicológicamente muy bien porque con la cabeza se planifica la carrera y se afronta las dificultades que se puedan presentar. Y sin cabeza podés terminar mal.
También toco un tema tan escabroso como el desengaño en el amor, que muchos no se atreven a hablar a pesar de haberlo sufrido, porque me animo a aconsejar que para superarlo, primero, es bueno asumirlo.
En definitiva, como canta Piero, “hay que sacar lo que se pueda afuera para que nazcan cosas nuevas…»
El desierto jujeño es bello pero difícil…
(*) El UTMB es el ultramaratón más popular del mundo. Es de 170K con 10.000 metros de desnivel. Por año lo corren poco menos de 2.500 trail runners y se anotan más de diez mil. Para poder entrar es necesario juntar 15 puntos ITRA (International Trail Running Association)  en no más de tres carreras, para luego preinscribirse e ir a sorteo.

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Claudio Pereyra Moos

Periodista por pasión, más que por profesión. Ultramaratonista de montaña que corre tras ideales: traspasar metas de carreras difíciles, trabajar por una sociedad más justa, viajar para conocer nuevos horizontes.