El sanjuanino Juan Manzano ganó de punta a punta los 42K de la Ribera Run Experience, la carrera de trail que se desarrolló ayer por viñedos y bodegas de Tunuyán, teniendo como epicentro al establecimiento vitivinícola Salentein y como testigo el imponente Cordón del Plata.
Manzano recorrió, ayer a la mañana, los 42K, con 800 metros de desnivel acumulado, en 3 horas 06 minutos y 03 segundos. Lo acompañaron en el podio el mendocino Alejandro García (3:26:32) y Nicolás Villena (3:31:41).
En Damas la única que concluyó la máxima distancia fue la bonaerense Marcela Bivort (5:29:46).
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300 atletas, calor, errores ¡y fiesta!
Entre todas las distancias que ofreció la Ribera, aparte de la carrera estrella se corrieron 21K y 10K, participaron casi 300 trail runners que debieron soportar una jornada calurosa y lidiar con algunos errores organizativos, especialmente una deficiente señalización (ver más abajo la columna de Damián Weizman).
No obstante, en los bellos viñedos tunuyaninos reinó un clima de marcada fiesta ya que el contexto de la competencia fue el ideal: hermosos paisajes, una acertada animación (a cargo del famoso speaker y trail runner español Depa), muy buena música, buen catering y, principalmente, espectaculares vinos.
Es que quizás los participantes fueron atraídos, más que por la propuesta deportiva, por el disfrute de una jornada social regada por la bebida espirituosa por excelencia, la “sangre” de la tierra, esa que el suelo del Valle de Uco ofrece al mundo en sus mejores versiones.
Ribera Run Experience Argentina pretende ser la “hermana” de su homónima española, que se corre todos los años en Valladolid. El tiempo dirá si en Mendoza puede replicar la idea con el mismo éxito.
Los 21K
El primer puesto de la media maratón (con un tiempo de una hora, 39 minutos y seis segundos) fue compartido entre el malargüino Carlos Becerra y el entrerriano Martín Méndez. Completó el podio el también malarguino Ezequiel Becerra (1:41:55).
“Terminamos juntos porque nos perdimos en una parte (del recorrido) y ahí decidimos llegar juntos”, relató el sureño, que calificó al circuito “como muy rápido, con mucha calle, pero divertido. Salimos (con Martín Méndez) a correr muy fuerte y nos separamos”, concluyó.
El relato de Carlos corrobora las fallas de señalización que tuvo la competencia, algo que dejó ver más de un competidor que se quejó porque las marcas eran de un amarillo muy claro que provocó muchas confusiones.
En esta distancia, el podio femenino fue de la misionera Chiara Mainetti (1:53:35), de María Victoria Mantilla (2:28:01) y de Mariana Lanza (2:29:25).
Cabe acotar que acá el circuito no fue de 21K sino de unos 25K.
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Los 10K
En la menor de las distancias también llegaron prácticamente juntos el lujanino Sergio “Keko” Alí (34:08) y el sanmartiniano Emiliano Estarriola (34:09). Tercero fue el también mendocino Walter Fuenzalida (34:32).
El veterano trail runner al kilómetro, aproximadamente, se despegó del pelotón y lideró cómodamente la carrera, a la que calificó como “más bien un cross”, por el poco desnivel que tuvo.
Por los problemas de señalización, el puntero se perdió en más de una ocasión, por lo que Emiliano lo alcanzó, quien, sin embargo, respetó que “Keko” era el claro dominador de la carrera y al momento de llegar a la meta lo dejó concluir primero. Un ejemplo de caballerosidad deportiva.
Acá el podio femenino estuvo encabezado por la bonaerense Mariela Ortiz (38:52), Rita Villarreal (43:30) y Consuelo Diz (45:49).
Cabe señalar que en este caso, la distancia no fueron 10K sino, aproximadamente, de 8,5K a 8,8K, según lo consultado a varios participantes que midieron el circuito con sus relojes GPS.
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«Una fiesta, más que una carrera»
Por Damián Weizman, periodista y runner
Como bien decía el “speaker” español “Depa”, encargado de animar el evento -junto a la mendocina Noelia Nieto-, esta Ribera Run edición argentina fue una fiesta, más que una carrera propiamente dicha. Y así cumplió su primera edición con un marco y una sede de lujo en Bodegas Salentein, en el corazón del Valle de Uco.
Desde el comienzo, lo mejor es que la Bodega anfitriona abrió sus puertas 100% para los corredores y no como en otras carreras similares entre viñedos, donde todo se desarrolla en el exterior, incluso sin la posibilidad de usar las instalaciones.
Aquí Salentein se abrió por completo, con la posibilidad de utilizar sus baños, de instalarse en la previa y luego de la carrera en su lobby, sus salas, restaurantes y demás. Aunque por supuesto que sus jardines, con la cordillera de fondo fue el preferido por los 300 corredores e invitados, muchos que llegaron de diferentes partes de la Argentina, tentados por la edición de una “carrera” que viene importada desde España.
Es una carrera más social, contaban corredores y organizadores. Y así sucedió, con música en vivo, un almuerzo de primer nivel para los corredores, al que no le faltó nada y –claro- los vinos de la bodega, que regaron (post carrera) el evento con blancos, rosados y tintos.
Después la fiesta, que había empezado con el running desde temprano, a las 9 de la mañana en Tunuyán, continuaría con la premiación por la tarde y fiesta en Hotel Fuente Mayor, pero hasta allí llega esta crónica, ya que quien escribe pegó la vuelta en pleno sol de la siesta a eso de las 3 de la tarde.
¿Y la carrera y los circuitos qué?
Corrí los 10K y conversé con muchos corredores, especialmente de los 21K. Hay que tener en cuenta que estamos ante la primera edición de una carrera evidentemente difícil de organizar, con mucho recorrido por adentro de los viñedos, callejones, fincas y más circuito fuera de asfalto.
La partida y el circuito es entretenido, pasando por callejones, recorridos entre los viñedos, pisando tierra, ripio, pasto y casi nada de asfalto (en los 10K al menos). Esto fue positivo, ya que no hay kilómetros para aburrirse y el turista pasa por paisajes por los que llega a Mendoza, siempre con el fondo de la cordillera.
Hubo buena cantidad de gente de organización, aunque se notaron algunos detalles que delatan que estamos ante una primera edición, tales como falta de vallado en algunas zonas para que vehículos no estacionaran sobre el recorrido; falló la señalización con cintas amarillas que muchas veces no estaban visibles o claras para los corredores, inclusive me pasé un par de veces en algunos callejones, cuando no había referencia de otros corredores por delante.
Y otro punto que desde lo deportivo desalienta un poco es cuando la distancia no es la que se promete. Los 10K fueron algo así como 8,5K, lo que impide que uno pueda regular la carrera según su entrenamiento.
Y los 21K fueron más, unos 25,5K según muchos corredores de esa distancia que no sabían que iban por 5K más de lo previsto.
En conclusión, seguramente varios puntos por corregir y ajustar desde lo organizativo en la parte deportiva y de los recorridos. Pero como evento social de running evidentemente se contagió el espíritu que transmitía el animador español y sus organizadores, con el concepto de que “esto no es una carrera, sino una fiesta…”
Fotos: Facebook, gentileza Ribera Run Experience
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