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Sinfonía urbana

Reservarás un lugar en la gloria para mí.
Un lugar en el que quepamos los dos.
Me esperarás con diez Evas con manzanas en la boca
bailando el hula hula en mi honor.
Cuando yo me muera
haré una fiesta en donde nunca salga el sol,
donde amigos y enemigos brindarán
porque regrese en la piel de un canción…

Adrián Rodríguez y Diego Tuñón.
“El Ídolo”, del álbum Mucho, Babasónicos.

Voy a largar la competencia virtual “Corriendo contra el COVID” desde la Estación Paso de Los Andes de Chacras de Coria para hacer 21 kilómetros por la red de ciclovías del Gran Mendoza hasta el Parque de la Familia en Las Heras.

Estoy entusiasmado, pero cargado con la ansiedad de un principiante, a pesar de estar en esto de las carreras de running hace más de 10 años, participando, incluso, en ultramaratones difíciles por desarrollarse en lugares complejos como desiertos, selvas o montañas…

Es que este año no he podido ser parte en ninguna competencia por la maldita pandemia que nos trastocó tanto la vida, lo cual hizo que una carrera tan simple, al menos en los papeles, se convirtiera en un desafío tan raro…

Minutos previos a la largada chateo con Rosario, una lectora de Mendoza Corre, alumna de la recientemente fallecida Antonela Marinozzi. Me cuenta que ayer corrió 10 kilómetros junto a compañeros de team en honor a su profe. Agrega que “Anto”, hasta un día antes de partir al cielo, les estuvo mandando sus planes de entrenamiento.

No puedo creer lo que acabo de leer. Inevitablemente me emociono. Recuerdo a “Anto” e inmediatamente a mi entrañable amigo Marito Arenas, héroe de Malvinas, runner que dos años atrás se fue corriendo al cielo también víctima de un terrible cáncer.

Me da mucha bronca y le reprocho a la vida que, a veces, sea tan injusta. No puedo entender que, cada tanto, nos arranque a personas tan buenas, tan enteras, tan entrañables… Estoy tan enojado que, sin darme cuenta, largo la carrera sin disfrutar a pleno el momento que estoy viviendo.

Estoy enceguecido por la rabia, a tal punto que hago el primer kilómetro en algo más de 4 minutos y medio, cuando el objetivo que me había fijado era hacerlo en poco menos de 6.

En el momento decido cambiar la estrategia y me propongo bajar el ritmo promedio a 5 minutos el kilómetro. El primer tramo de la carrera lo hago en honor a “Anto”, a Marito y de todos los que la puta pandemia se los está llevando. Honro a los trabajadores de la salud que le ponen el pecho a la situación. La bronca sigue, por lo que no tengo mucho más margen para pensar…

Salida desde estación Paso de Los Andes, en Chacras de Coria. Foto: gentileza.

Papá, ¡viva Boca carajo!

Duro,
crees que tienes lo necesario.
Me lo dices a mí, y a todos,
que eres lo suficientemente duro.
 
No tienes que pelear siempre,
no tienes que tener siempre razón…
 
…Peleamos todo el tiempo,
tú y yo…
No importa,
somos la misma alma.
No necesito…
no necesito escucharte decir
que si no fuéramos tan parecidos
te gustaría muchísimo más.
 
Ahora escúchame.
Necesito hacerte saber
No tienes que ir solo.
 
Y eres tú
Cuando miro en el espejo.
Y eres tú
Cuando no contesto el teléfono.
A veces no puedes hacerlo solo…

Sometimes you can’t make it on your own. U2, del álbum
“How To Dismantle An Atomic Bomb”.

Luego de salir de Chacras de Coria y La Puntilla, y de ingresar al Parque Estación de Benegas, ya en plena ciclovía de Godoy Cruz, tras casi 8 kilómetros de loco trajinar, paso por la puerta de “De un rincón de La Boca”, la tradicional pizzería que tantos recuerdos me trae y con la que cerré un acuerdo publicitario.

Estoy feliz por trabajar con un local gastronómico que es tan caro a mis sentimientos. Cada vez que mi querido Boca Juniors festeja un campeonato celebro allí con una porción de muzzarela y una copa de tinto barato…

Los mejores recuerdos ligados a mi infancia fluyen hacia mí… Inevitablemente, la memoria de mi viejo se me hace presente. Es que él era un cabeza dura con sangre vasca en las venas que tenía a la hostilidad como única manera de relacionarse afectivamente… Así, nuestro querido “Boquita” era el único medio de comunicación que nos unía…

Reprocho a papá no haberme demostrado su amor más explícitamente, aún casi dos décadas después de su partida, seguramente al infierno, donde debe compartir trasnoches de juerga con sus amigos calaveras…

No obstante, le digo lo feliz que me hizo la noche de 1977 en que nuestro querido Boca salió por primera vez campeón de América: le agradeceré eternamente que haya resignado su salida nocturna para acompañarme a ver, en tele de blanco y negro, la consagración del equipo del Toto Lorenzo…

“Pepe” Pereyra, tipo hostil al que le enrostraré siempre su forma dura de ser, pero al que, al mismo tiempo, le agradeceré eternamente que me haya inculcado la decencia y la cultura del trabajo. En este humilde homenaje pacto con él que esta semblanza que hago de su persona constituirá el cierre definitivo de los reproches y que, desde ahora, sólo rescataré sus virtudes.

Sellamos el acuerdo con un “¡viva Boca carajo!”, el mismo que gritamos juntos poco antes de su partida definitiva, una madrugada de noviembre de 2000 cuando nuestra divisa azul y oro se consagró campeona intercontinental en Tokio, al ganarle al Real Madrid con dos goles de Palermo y una excelsa exhibición de Riquelme, el último “ROMÁNtico” del fútbol nacional.

Al final del túnel, la luz…

Cuando lo haces lo mejor que puedes, pero no tienes éxito,
cuando consigues lo que quieres, pero no lo que necesitas,
cuando te sientes tan cansado, pero no puedes dormir,
Todo sale al revés…
 
Cuando las lágrimas caen a raudales por tus mejillas,
cuando pierdes algo que no puedes remplazar,
cuando amas a alguien pero se echa a perder,
¿podría ser peor?
 
Las luces te guiarán a casa,
e incendiarán tus huesos
yo trataré de sostenerte…

Fix You. Coldplay, del álbum X&Y

El recuerdo de los momentos más lindos que pasé con mi papá me cambian el ánimo y empiezo a ver con optimismo la jornada deportiva. Disfruto del sol pleno que me regaló el día.

Para mejor, primero, me cruzo con un runner que me conoce y me da aliento. Después, llega el turno de una lectora de Mendoza Corre que me grita con fuerza: “¡Vamos Claudio que sigo tus notas y aventuras!¡No aflojes!”

Sin darme cuenta ingreso al Parque General San Martín. Doy una vuelta al Lago. Esquivo a la gente que, con una sonrisa en la cara, pasea despreocupada.

Salgo de nuestro principal pulmón verde a la altura de los históricos Portones. Tomo la ciclovía de avenida Boulogne Sur Mer rumbo al norte. Me quedan sólo 4 kilómetros…

Estoy feliz porque siento que cumpliré el objetivo. Paso por las puertas del Andino Tenis Club, del Hospital Militar y del Penal. Llega la hora del Liceo General Espejo, primero, y del Hospital Lagomaggiore, después, donde sale, espontáneo, un agradecimiento a los trabajadores de la salud…

Cruzo calle Houssay, ingreso a Las Heras ¡Sólo queda un kilómetro para la meta! Siento el calor y el esfuerzo. Transpiro, por cansancio, pero especialmente por los nervios… Diviso a mi joven amigo Nico Lancellotti que me espera con su máquina de fotos para retratar el momento. Llego al viaducto de Regalado Olguín, donde el GPS de mi app marca los 21 kilómetros. Levanto los brazos. Río de felicidad. Y digo hacia adentro: “pase lo que pase, por más oscura que se ponga la noche, al final del túnel estará la luz, esa que buscamos con nuestra esperanza y, especialmente, nuestro esfuerzo…”

Llegada al Parque de La Familia, en Las Heras. Foto: gentileza Nico Lancellotti de NL Fotos (click acá para acceder a su Instagram).

Seguiremos adelante

Al cierre de esta nota, me confirman los profesionales de la salud que me están tratando que soy positivo de COVID-19. Un escollo más que superar. Una traba más que me “regala” este difícil 2020.

Sería mentiroso si les dijera que no tengo miedo. Pero, aún así, estoy tranquilo. Aplico las enseñanzas que me dio el trail running: miles de horas y de kilómetros de entrenamiento templaron mucho mi carácter a veces huidizo, a veces nervioso y a veces temeroso.

Sin embargo, siento mucha bronca porque la ironía de la vida me llevó a superar un difícil escollo luego de la felicidad transitoria que me dio una carrera virtual de 21 kilómetros…

Hasta el momento, no tengo síntomas graves, más allá de que, generalmente a la tarde, en la reclusión de mi hogar, el cansancio me quita las ganas de caminar y de hasta escribir.

Lo que más lamento es que el encierro obligado interfiere nuevamente en mi recuperación física luego de un año sin competencias reales y muchos días de confinamiento. Considero a la temporada deportiva 2020 irremediablemente perdida.

No obstante, prima en mi carácter la testarudez del trail runner, esa que, obstinadamente, te lleva a superar pendiente tras pendiente…

Esta historia continuará ¡Para mejor ¡Te lo digo a vos maldito COVID-19!

Encierro obligado por dar positivo de COVID-19. Foto: Selfie Claudio Pereyra Moos.

Foto de tapa: gentileza Nico Lancellotti de NL Fotos (click acá para acceder a su Instagram)

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Claudio Pereyra Moos

Periodista por pasión, más que por profesión. Ultramaratonista de montaña que corre tras ideales: traspasar metas de carreras difíciles, trabajar por una sociedad más justa, viajar para conocer nuevos horizontes.