Hablar con Raúl Lemir siempre es productivo porque se pueden sacar lindas conclusiones que sirven a los que nos dedicamos al atletismo.
Ello es posible por la vasta experiencia que el “Turco” tiene como atleta, profesor de educación física y hoy seleccionador nacional de triatlón.
Quisimos entrevistarlo porque lleva poco más de tres años al frente del combinado argentino de la disciplina del nado, pedaleo y trote.
Para eso nos juntamos en el restaurant Terrazas del Lago, el de su querido Club Mendoza de Regatas, donde, café mediante, mantuvimos un ida y vuelta que constantemente estuvo sujeto a sus tiempos.
Es que él, naturalmente, maneja las pautas de la charla como si fuésemos uno de sus “adversarios” de sus otrora gloriosas jornadas deportivas.
Así, la primera conclusión que sacamos es que sigue en él intacto el espíritu competitivo, por más que estén lejanas las carreras donde sobresalía por su fuerza y talento.
De esta manera nos damos cuenta de la primera lección que les da a sus dirigidos de la selección: mantener siempre activo el instinto de superación.
“Ellos saben claramente que esto se maneja por resultados”, nos dice casi con el ceño fruncido y mirada intimidante, haciéndonos sentir, nuevamente, que él “manda”.
Mientras conversa, mira obsesivamente su celular, como si fuera un adolescente al que le acaban de regalar un iPhone. “Estoy chequeando a mis atletas”, dice, y agrega que lo hace a través de la aplicación Trainingpeaks, lo cual le permite seguir minuciosamente cada actividad de sus dirigidos, tanto los de elite, como los amateurs que entrena en Regatas o por su cuenta. Acá advertimos otra de sus características: la obsesión.
Por esta circunstancia es difícil seguir la entrevista pero le “arrancamos” que el próximo objetivo que tiene como entrenador de la selección son los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “La mira está puesta ahí”, exclama como un niño ilusionado y agrega que tiene las esperanzas cifradas en el bonaerense Luciano Taccone y la cordobesa Romina Bagioli, que están radicados en Brasil y luchan a brazo partido por clasificar a la máxima cita del atletismo mundial.
En este sentido, detalla que, hoy, Bagioli está consiguiendo el objetivo y Taccone está cerca pero lucha denodadamente luego de la lesión que sufrió en la clavícula el año pasado tras un accidente en bicicleta en un entrenamiento que realizaba en Europa.
Al respecto, nos sorprende cuando lanza un elogio hacia uno de sus deportistas, algo que no suele exteriorizar. “Luciano es el triatleta más profesional que conocí en mis 34 años de carrera de deportista y entrenador. Es un relojito. Pueden no salirle las cosas como piensa, pero él no se detiene, siempre sigue igual con su plan sin apartarse un milímetro”, destaca.
Ahora captamos que el entrenador “duro” esconde otra característica inherente al líder: esa que dice que, luego de exigirles todo, y un poco más también, a sus pupilos, es oportuno “regalarles” un “mimo” al alma. Eso sí, en dosis muy acotadas. También nos percatamos que posee la virtud de estar al lado de sus entrenados tanto en las buenas como en las malas.
La nota sigue siendo una lucha a brazo partido para sacarle una declaración. Sigue haciéndonos sentir que somos sus “adversarios”. Nos estudia cada pregunta, gesto y opinión que brindamos.
Cuando estamos resignándonos, nos sorprende y nos lanza otra impresión. “Para mí, estos años (como DT) tienen un balance muy positivo porque puedo estar en contacto con lo mejor del triatlón mundial”, dice.
En consecuencia, deja traslucir, nuevamente, que siempre tendrá activa la llama de la superación, por más que tenga en el lomo años de competencias y de experiencia docente de todo tipo. Por más que no pueda nadar, pedalear y correr como en sus épocas de máximo esplendor.
Tomamos conciencia que ya está terminando la nota porque nos lo hace sentir. Acaba de llegar uno de sus triatletas del Club Mendoza de Regatas, Martín Maluf, con quien planifica el entrenamiento del día para sus pupilos de la institución del “Lago”.
Pero, aún así, podemos sacarle otra opinión. En este caso sobre el ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). “Tiene una muy buena política de apoyo a los deportistas”, afirma. Le preguntamos por qué y nos contesta, sin dudarlo, “porque los que cumplen sus objetivos tienen el apoyo. Se manejan con resultados y estoy totalmente de acuerdo”.
Y sí, el “Turco”, ocupe el lugar que ocupe, mantiene intacto su instinto competitivo.
En primera persona
La principal cualidad del deportista (*)
Tengo que confesar que, luego de 30 años de periodismo, el personaje que más me cuesta entrevistar es a Raúl “Turco” Lemir, persona a quien admiro, como atleta y entrenador, y a quien considero un amigo, por lo buena persona que es.
Durante estas tres décadas de profesión pude hacer reportajes a autoridades variopintas: vice presidentes, gobernadores y políticos de toda laya que me hicieron sentir el rigor de su “poder”, situaciones violentas incluidas. Tuve que blindar el corazón para cubrir casos policiales terribles como asesinatos de jóvenes inocentes o violaciones a menores. Pude “inventar” preguntas para sacarle algo distinto a una modelo top o reina de cualquier actividad. Gocé con reportajes a grandes del mundo del arte, como Julio Le Parc o la Negra Sosa, y de la vida, como líderes sociales avocados a acciones solidarias. Me maravillé en conferencias de prensa con gigantes como Kilian Jornet o Pau Capell.
Pero mi amigo “Turco” es un caso especial porque nunca he visto un “animal” deportivo como él. Siempre compite. En el caso de un reportaje, contra el periodista. Y te hace sentir su rigor. Porque maneja los tiempos. Porque te estudia, como si fueras uno de sus rivales a superar. Porque contesta lo que quiere como ninguno.
¿Son estas líneas una crítica? Claro que no. Al contrario, resalto la principal cualidad de un deportista: la de buscar siempre la superación a través de la competencia leal. Aún contra sus amigos.
(*) Claudio Pereyra Moos
Fotos: Claudio Pereyra Moos
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