Los runners que participaron el domingo en el “Desafío El Carrizal” de Alto Running desplegaron mucho entusiasmo para hacerle frente a la crudeza del invierno mendocino ya que soportaron hasta cuatro grados centígrados bajo cero.
La salida sirvió de “fondo de lujo” con vista a la MIM 2021, que se llevará a cabo el 5 de septiembre y que muchos amantes del trote están entrenando con fervor y una cuota de ansiedad porque el año pasado no se pudo realizar por la pandemia.
Los profes de “Alto” Leonardo Zaruba y Sergio Granollers propusieron un interesante dibujo de asfalto que discurrió por las rutas provinciales 16 y 61, que incluyó el famoso mirador El Carrizal y que ofreció cuatro distancias: 30, 21, 15 y 10 kilómetros (km).
Lo interesante del planteo de las huestes de Juan José Altamirano es que el circuito recreó muy bien las condiciones de una maratón como la MIM ya que cada 5 o 7 km de recorrido había puestos de abastecimiento con hidratación y alimentación.
Leo y Sergio adelantaron a Mendoza Corre que en agosto habría una propuesta similar pero que largaría desde el Puente Colgante de Cacheuta, sobre el mismo trazado de la maratón madre de nuestra provincia, y en la que se podría participar aún sin pertenecer a Alto Running.
El circuito
Los runners que corrieron 30 km partieron del cruce de las rutas Nacional 40 y Provincial 16. Desde allí, por la Ruta 16, se dirigieron al este durante 18 km para, a la altura de El Carrizal de Abajo, doblar a la izquierda.
Así las cosas, los atletas se dirigieron al norte por la ruta 61 durante casi 3,5 km para llegar al mirador El Carrizal. Desde allí, siempre hacia el norte, hicieron unos 4 km más para retomar por el mismo camino y terminar su periplo en el mirador El Carrizal.
La distancia exacta fueron 29,6 km con un desnivel positivo de unos 300 metros (m) y uno negativo de unos 350m. Los +300m se desarrollaron, básicamente, en dos tramos cortos por lo que ambas pendientes en subida fueron muy demandantes.
Los 21 km tuvieron el mismo dibujo que los 30 km pero finalizaron en El Mirador de El Carrizal. Los 15 km y 10 km concluyeron en el mismo punto pero partieron, respectivamente, en los km 6 y 11 del recorrido original.
Los más destacados
En total, corrieron 62 atletas: 5 participaron en los 30 km; 22 en los 21 km; 12 en los 15 km y 23 en los 10 km.
La organización del evento tomó el tiempo a los participantes y a todos les entregó un diploma.
Asimismo distinguió a los primeros de cada distancia.
El más veloz de los 30 km fue Martín Fernández (2:51:00). Acá no participaron chicas.
En los 21 km, se destacaron Marcelo González (1:28:00) y Carina Furque (1:36:00).
En los 15 km, los que traspasaron la meta con el menor tiempo fueron Gabriel Bucca (1:06:00) y Sofía Bulgheroni (1:27:00).
En los 10 km, los ganadores fueron Fernando Micieli (39:29) y Milagros Balmaceda (56:50).
Duras condiciones
Durante el desafío, los runners afrontaron las grandes exigencias del circuito, que tenía mucho desnivel negativo, lo que les hizo trabajar en demasía las articulaciones y los cuádriceps de las piernas.
Asimismo, la pendiente positiva, como dijimos, era muy aguda y en tramos cortos, por lo cual los atletas hicieron mucha fuerza y ahí la peor parte se la llevaron sus músculos posteriores.
Pero sin duda lo que más pasó factura a los corredores fue la crudeza del tiempo porque, al partir alrededor de las 9 de la mañana, cuando en invierno se registran las menores temperaturas del día, soportaron unos cuatro grados bajo cero con una sensación térmica aún más baja.
Las sonrisas dijeron presente
Sabemos muy bien que si hay algo que caracteriza a los runners es la buena onda porque las endorfinas que genera el deporte se traducen en risas y buenos momentos.
Así las cosas, más allá de las exigencias del circuito y de la crudeza del tiempo, todos los presentes disfrutaron de una muy linda jornada deportiva que terminó con la degustación de unas ricas empanadas.
Además, mientras los profes Leo y Sergio entregaban a cada participante su merecido diploma, los presentes pudieron visitar un puesto de venta de indumentaria deportiva y de alfajores regionales.
En primera persona
Soñar
Por Claudio Pereyra Moos
Sueña, sueña, sueña.
Aerosmith,
Sueña tú mismo
que un sueño se realizará.
Sueña, sueña, sueña y sueña
hasta que tu sueño se realice
Sueña, sueña, sueña, sueña,
sueña, sueña, sueña, sueña…
del álbum Aerosmith
Participo de los 30 km del Desafío El Carrizal porque ando buscando objetivos deportivos y es una excelente oportunidad para saber dónde estoy parado y, en función de ello, decidir qué carreras afrontar en los próximos meses.
Luego de la charla técnica de los profes Leo y Sergio, parto cerca de las 9 de la mañana con un cielo despejado y un frío que cala mis huesos y cada rincón de mi humanidad, incluida el alma.
Voy por la Ruta Provincial 16 hacia el este, el aire gélido me golpea impiadoso el rostro y el suelo helado castiga con rigor mis pies que se sienten desprotegidos, aún a pesar de las medias y zapatillas técnicas.
Los minutos pasan y no puedo sentir algo de calor.
La pendiente negativa del camino hace más llevadero el esfuerzo.
Ando tranquilo por la banquina derecha de la ruta porque el personal de Tránsito de la comuna de Luján de Cuyo nos cuida.
Mantengo el paso gracias a un par de colegas runners que corren más o menos a mi ritmo.
Mi app indica que marcho a un promedio de unos 5 minutos y medio el kilómetro, lo cual me pone contento porque calculaba que mi ritmo iba a ser de 6 minutos.
A los 7 km, arribo al primer puesto de asistencia donde los chicos de Alto me atienden con simpatía y buena onda. Bebo agua de un sachet, como media banana y tomo un dulce de membrillo que degluto durante los próximos mil metros.
Mi paso sigue constante, lo cual me satisface sobremanera. Llega un nuevo avituallamiento a los 12 km y, sin darme cuenta, ya estoy en El Carrizal de Abajo, a los 18 km de carrera.
A esa altura, el sol radiante ya entibia mi cuerpo.
Doblo a la izquierda y tomo al norte por la Ruta Provincial 61, me encuentro con otra mesa donde nuevamente me hidrato y consumo un dulce de membrillo.
Ahora viene una difícil subida, pero el sacrificio que hago para afrontarla se compensa con la maravillosa vista del Cordón del Plata y sus picos nevados, que contemplo cuando giro la cabeza a la izquierda.
El ascenso cada vez se hace más bravo pero sin darme cuenta, gracias a mi concentración mental, dice presente el Mirador El Carrizal, donde, tras 21,5 km, consumo medio litro de bebida isotónica y un buen sorbo de agua.
Me preocupo porque pierdo demasiado tiempo en el avituallamiento. Salgo a las corridas. Mi amiga Carina, que corrió los 21 km, me saluda y despide.
Es el turno de una bajada muy pronunciada. Me topo con un nuevo puesto, que paso de largo. Al kilómetro debo retomar para desandar el camino hecho.
Ahora tocan casi 4 km terribles porque regalan un ascenso tan demandante que siento cómo trabajan los músculos posteriores de mis piernas.
Para hacer soportable el difícil momento pongo música desde la app de mi celular. El azar hace que Spotify me haga escuchar por los auriculares Dream On de los Aerosmith. El “sueña, sueña, sueña” que recita Steven Tyler con su portentosa voz me da fuerza. Sin darme cuenta, culmina mi periplo.
Mis amigos me saludan.
Sonrío satisfecho porque controlo el tiempo que hice y confirmo que recorrí los casi 30 km en menos de tres horas.
Me sirvo un café caliente que me ofrecen los chicos de la organización y me dirijo al borde del mirador para contemplar la amplitud del lago Carrizal.
Con el sol abrigándome, en plena elongación, me doy cuenta que ya puedo fijar, al menos, dos objetivos deportivos para lo que resta del año.
Me siento mejor de cuerpo y alma. Así, como cantan los Aerosmith, seguiré soñando. Porque si sueño y sueño, a la larga, mis sueños se realizarán.
Fotos: gentileza Alto Running. Ph.: Facundo Lucero
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