“El running, como el deporte en general, me ordena, me disciplina. Con ellos me siento fuerte y poderosa”, dice Dana Herrera, casi sin pensarlo cuando le preguntamos qué significa para ella correr.
Está terminando el día.
Luego de entrenar, tras una extenuante jornada laboral, aún tiene energías para atender a su hija de cinco años y, claro está, hablar con Mendoza Corre.
A pesar del cansancio, la destacada atleta de 29 años está con ganas de contestar con entusiasmo las preguntas que le hacemos.
Fuimos a su encuentro porque estamos intrigados por qué, luego de ocho años, volvió al running con dos destacados rendimientos, un segundo puesto en los 10K de la Territorio Yacopini San Rafael -el 27 de julio- y un primer puesto en los 12K de la Media Maratón Bonarda -el domingo pasado-.
Su pasado
Con 21 años se destacaba en todas las competencias en las que participaba haciendo podio, la mayoría de las veces ganando.
En ese entonces sus mejores marcas eran 39 minutos en los 10 kilómetros, 1 hora y 27 minutos en la media maratón y 3 horas y 04 minutos en el maratón.
Tenía un gran futuro por delante y, claro está, mucho por mejorar.
Pero…
La vida tiene muchas idas y venidas.
Problemas familiares, más la alegría de ser mamá de una hermosa nena, la llevaron a dejar el mundo del trote.
“Dejé de correr por problemas familiares, tuve mucho maltrato psicológico mucho tiempo, estuve con depresión y después, por estudio y trabajo, ya no me daban ganas de entrenar”, explica con un dejo de angustia en su voz.
Emponderada
Sin embargo, Dana, en algún momento de su vida, acudió a su memoria y recordó que en el deporte había encontrado un lugar donde sentirse reconocida.
Así las cosas, terapia mediante, decidió volver a su antiguo amor…
El running.
“Luego de una gran resiliencia personal me pude rearmar afectiva y económicamente. Por eso agradezco a Dios que siento que éste es el momento perfecto para que vuelva de la mejor manera a seguir buscando buenas marcas”, consigna, ahora con la voz firme.
Hoy, el futuro y los sueños
Como si fuera la joven de menos de 20 años que se destacaba en el running mendocino y estaba llena de ilusiones, la ya adulta Dana no pierde los sueños.
Así, con la voz llena de esperanza descerraja: “Sueño con llegar a mundiales, panamericanos, representar a la Argentina y no volver a bajar los brazos. Obvio que sueño con un juego olímpico y lograr todo lo que no pude hace años atrás, porque he vuelto con más fuerzas. Mi sueño también es, más allá de hacer buenas marcas y acercarme a la élite nacional, representar a la marca Nike que tanto me gusta y anhelo tener”.
A los sueños hay que acompañarlos con mucho trabajo, por lo que el entrenamiento es duro. Al respecto, cuenta: “Volví a correr hace dos meses. Actualmente, con Victory Team, estoy entrenando seis veces a la semana alternando pista, fondos y un poco de gym. Siendo mamá sí o sí tengo que organizarme estrictamente con los horarios y respetarlos porque mi hija es chiquita, tiene cinco años y es demandante. Mis padres hoy en día me ayudan con ella y eso lo valoro y agradezco un montón porque me da más libertad para poder entrenar e ir en busca de mis sueños”.
Embalada, agrega que “recién me estoy acomodando y ahora, en esta segunda mitad de año, dos días a la semana voy a empezar a meter doble turno porque en este invierno me enfermé y no lo podía hacer. Estoy trabajando en un consultorio haciendo masoterapia y como soy la dueña puedo manejar mis horarios”, agrega entusiasmada.
Relatos con nostalgia
“Mi vida deportiva empezó con la natación, estuve en la selección hace 18 años. Me fue muy bien, pero en las pretemporadas de natación, cuando nos sacaban a trotar, era la que más fuerte corría. También nos entrenaban algunos días, cuando el profesor no estaba, dos triatletas muy conocidos de Mendoza… Empezó a interesarme el querer probar esa disciplina porque me gustaba su vestimenta, el ciclismo también, ¡todo me llamaba la atención y sentía que se me iba a hacer fácil por lo que nadaba y corría bien! Hice unos 3 años triatlón y duatlones. Después prioricé el querer irme de mi casa… y se me hacía muy cuesta arriba el poder entrenar y trabajar. Por eso terminé dejando el triatlón y me enfoqué nuevamente en hacer un solo deporte lo mejor posible. Ahí decidí correr, me motivó el que pude clasificar a un Juego Binacional y entrar en la final de 5.000 metros en pista. Ahí dije ‘quiero dedicarme a correr’. Después por temas económicos -ya vivía sola-, tuve que empezar a correr sí o sí carreras de calle de 10 kilómetros por la plata. Corría varias carreras seguidas y fueron un poco desordenados mis rendimientos, pero siempre corrí con mucho huevo y corazón y eso me llevaba a triunfar”.